En la madrugada del 31 de diciembre del 2015, Lucrecia Yudati y Fernando Pengsawath se convirtieron en los policías baleados en la Triple Fuga. Heridos de gravedad, aguardaron la ayuda que los trasladaría al Centro Médico Integral Fitz Roy donde la esperanza de sobrevivir se transformaría en realidad.
Los profesionales del Centro Médico Integral Fitz Roy recibieron a los policías baleados en estado crítico. Lucrecia Yudati se mantenía estable pero tenía los tobillos destrozados mientras que Fernando Pengsawath luchaba por mantenerse con vida.
En un primer momento, los médicos se enfocaron en el tratamiento orgánico de cada uno, en sus patologías, pero nunca descuidaron la contención humana. Fernando estuvo dormido el primer mes de internación y el trato con la familia fue constante, todos los días informaban los progresos y la evolución que él iba teniendo en su cuerpo, compartían el esfuerzo por sacarlo adelante. Sus heridas eran muy graves. Asistido por un respirador artificial, se le practicó una resección intestinal y una colostomía.
Lucrecia estaba consciente. Luego de pasar por el quirófano, su tratamiento fue básicamente traumatológico. Después de las primeras curaciones, se le estabilizaron las fracturas, tenía comprometidos los huesos de la articulación de los tobillos, y se concentraron en que el tejido perdido, piel y músculo, pudiera regenerarse.
La emoción gana espacio cuando recuerdan esa madrugada. Las palabras parecen no alcanzar para describir las emociones vividas en esos instantes en los que su vida cambió para siempre. En la habitación que Lucrecia ocupa en el Centro Médico Integral Fitz Roy, ambos resaltan la diferencia que significó para ellos encontrarse asistidos por un equipo multidisciplinario que no solo es de primera línea en lo profesional, sino también en la capacidad de brindar apoyo emocional. Se los trató íntegramente, desde el punto de vista orgánico sin descuidar el trato humano con el paciente y su familia.
Hoy, en pleno proceso de recuperación, pueden pensar en dar un paso más allá y retornar a su vida cotidiana. Fernando ya se encuentra en su pueblo con su familia mientras que Lucrecia continúa rehabilitándose en las instalaciones del Centro Médico con el objetivo de volver a uniformarse, en cuanto su tratamiento se lo permita.