Un estudio realizado por el especialista del CONICET, Julio Neffa, sistematiza en ocho ejes cómo medir el impacto del estrés laboral en el personal. Un análisis que resulta fundamental para el cuidado de la salud de los colaboradores y el incremento de la productividad en una organización.

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El concepto de estrés laboral ha ido recibiendo distintos nombres a lo largo de las últimas décadas. Sin embargo, básicamente, esta clase específica de estrés podría ser definido como un agotamiento del sistema nervioso, que se produce en el ámbito laboral, que tiende a volverse crónico y que produce una serie de síntomas.  Algunos de ellos podrían ser:

  • Cansancio físico
  • Falta de energía
  • Dificultad para concentrarse
  • Insomnio o hipersomnia
  • Tristeza
  • Irascibilidad

 

Por definición general, el estrés es una reacción ante un peligro potencial, que otorga al sujeto la capacidad de enfrentarlo o de huir de esa situación peligrosa. Cuando la situación se produce en el ámbito laboral, esta reacción tiende a volverse habitual debido a que el trabajador no puede ni reaccionar ni huir de sus tareas y es ahí donde surgen los síntomas que dan cuenta de un cuerpo que está padeciendo un estado de tensión permanente.

Todavía no tenemos conciencia de la relación entre el trabajo cotidiano y toda una serie de padecimientos en la salud que escapan a las dolencias más estudiadas”, asegura Julio Neffa, investigador superior del CONICET,  en el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales (CEIL). A raíz de esa inquietud, y con el apoyo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) y la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), este especialista,  ha encarado la realización de una detallada encuesta para indagar la vinculación entre el mundo laboral y las enfermedades cardiovasculares, perturbaciones de la salud mental, como crisis nerviosas, la generación de automatismos y tics, las perturbaciones en el humor, situaciones de ansiedad, depresiones, fobias y desaliento.

Neffa, reconocido como uno de los especialistas más distinguidos en la materia, anticipa que la situación puede volverse una pandemia sin medidas preventivas y destaca lo inapropiada que sería recompensar estas dolencias con salarios más altos: “la salud no se vende”, advierte.

En este sentido, se ha desarrollado un concepto que él denomina “Cymat”, por las siglas de “Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo”. Este término se refiere a las exigencias, requerimientos y limitaciones del puesto de trabajo, lo que da lugar a la carga global de la tarea. Esta carga provoca de manera inmediata o mediata, efectos directos o indirectos, positivos o negativos, sobre la vida y la salud física, psíquica y/o mental de los trabajadores.

El universo del trabajo, con su enorme heterogeneidad en términos de intensidad, cantidad y calidad, genera múltiples efectos sobre los trabajadores. Por un lado, están las consecuencias vinculadas con la carga física y el esfuerzo muscular, los problemas de higiene y de seguridad, y los accidentes y enfermedades profesionales. Pero, además, el proceso laboral se desarrolla en un contexto dado por las condiciones de trabajo. En este último punto, se engloban las dinámicas  institucionales, las relaciones sociales de producción y los modos de organización de las empresas. Pero también son importantes la duración y configuración del tiempo de trabajo, su contenido y organización, los sistemas de remuneración y las posibilidades de participar en el mejoramiento de las propias condiciones de trabajo. “Eso explica el diferente impacto del trabajo sobre la salud psíquica y mental de los trabajadores”, explica el especialista.

¿Qué efecto produce sobre el trabajador hablar por teléfono con personas nerviosas, impacientes, o enojadas? ¿Y la presión de un puesto jerárquico en una empresa? ¿Cómo impacta sobre la salud tener un jefe que maltrata? ¿Cómo se deteriora la salud de un médico que lidia continuamente con la presión de la muerte de un paciente? ¿Y el efecto sobre el profesor de un curso secundario con chicos violentos?

Un ejemplo claro de esta situación es el de los call-centers, que implican una carga psíquica muy importante para los trabajadores que después, inevitablemente, la somatizan. El trabajo se puede volver algo insoportable y una reacción lógica es la rotación: los empleados, en cuanto pueden, se van de ese puesto”, subraya Neffa.

La organización del trabajo puede provocar problemas cardíacos, depresión (a veces acompañada por el consumo de sustancias como tabaco, alcohol, café y ansiolíticos), perturbaciones en la salud mental y en el humor. Las consecuencias directas de estos padecimientos son, por un lado, el incremento de la presión sobre el sistema público de salud, y por el otro, el fuerte  impacto en el ausentismo, las licencias prolongadas y los conflictos laborales.

El Dr. Neffa se dedicó a sistematizar lo que considera “los principales factores psicosociales de riesgo en el trabajo”. Para ello diseñó una exhaustiva encuesta basada en ocho ejes. El primero de ellos, remite a la intensidad y complejidad del trabajo y a su esquema de horarios. El segundo versa sobre a las exigencias emocionales que se generan en las relaciones con la jerarquía, colegas, clientes y usuarios. El tercero y el cuarto se refieren a la autonomía en el trabajo y a las relaciones sociales en el trabajo, respectivamente. En quinto lugar aparecen los conflictos éticos y de valores como, por ejemplo, cuando una parte sustancial del trabajo consiste en ocultar o mentir a los clientes respecto de la calidad de los productos o servicios que se venden. El sexto punto, en tanto, se relaciona con la inseguridad de la situación de trabajo mientras el séptimo analiza la inexistencia dentro de la empresa de profesionales y dispositivos para la prevención de los riesgos psicosociales. En octavo y último lugar sitúa el desconocimiento de las características individuales de carácter, personalidad o situaciones de vida de los trabajadores al asignárseles tareas. En cuanto a este último punto, vale destacar que el estado de salud de los trabajadores y sus capacidades de adaptación y resistencia, pueden influir para hacer más o menos grave el impacto de las condiciones laborales.

El especialista no deja fuera de la cuestión una precisión ética, advirtiendo que “establecer primas monetarias como una compensación anticipada del deterioro de la salud significa tomarla como una simple mercancía”. En su opinión, un sistema de prevención debe aislar a los trabajadores respecto del riesgo y limitar sus efectos nocivos, pero teniendo como objetivo final la eliminación del riesgo en su misma fuente.

En definitiva, analizar el tema del estrés laboral, desarrollando estrategias para medir el grado de padecimiento de esta tensión en el personal y eventualmente buscar oportunidades de mejora para paliarlo, resulta esencial. A la luz de lo estudiado por los especialistas en la materia, los conceptos de competitividad y “CYMAT”, marchan de forma paralela, ineludiblemente. Esto se debe a que el incremento de la productividad, el mejoramiento continuo de la calidad, la reducción de costos y la aceptación de la innovación sobre procesos y productos por parte del personal, no podrán ser alcanzados si implica un deterioro de manera sistemática en la salud de los trabajadores.

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